SUBMUNDOAVILA.




" NO TENGO NI LA MITAD DE MIEDO A SATAN COMO EL QUE TENGO A LOS QUE LE TEMEN. "


Santa Teresa de Ávila 1515 - 1582



miércoles, 23 de octubre de 2013

JUAN MIGUEL. 712 KILOMETROS. - DONA MEDULA, NO TE CUESTA NADA. -



Me llamo Juan Miguel.
 Nací en Gijón y crecí en Ávila aunque,como la mayoría de los abulenses, salí a ganarme las habichuelas fuera. 
Actualmente, trabajo y vivo en Madrid. 
Estoy casado y tengo un hijo. O, más bien, un tesoro.
Debo mucho a muchos. Entre ellos a Lucía. Al menos yo la llamo así. Murió con trece años y me donó su córnea. Nunca se lo podremos agradecer suficientemente, ni yo, ni las otras personas a las que mejoró, e incluso salvó, la vida. Yo tenía dieciséis años y la experiencia -al igual que la forma de vivir- me cambió completamente. Ahora disfruto haciendo cosas que la mayoría de la gente no aprecia. Parece que necesitamos perder algo para comenzar a valorarlo.
Entre mil aspectos más, aprendí a estimar el poder hacer deporte o, simplemente, dar un salto. A los cuatro años comencé a ir a un gimnasio pero, hasta que no tuve que estar más de doce meses completamente parado, no empecé a disfrutar -de cada momento- una vez que pude retomar la actividad.
Nunca me gustó correr, me aburría soberanamente. Quince minutos en la cinta del gimnasio eran una tortura y, siempre que podía, lo evitaba. Mi amiga Diana, monitora del centro al que acudía, me pidió que la ayudara asistiendo a una nueva clase que quería introducir. Lo llamaba duatlón y salíamos a correr media hora por la calle para, posteriormente, hacer una sesión de spinning de otros treinta minutos. Me costó un par de semanas aguantar la primera parte de la clase sin ir arrastrando los pies aunque, en un par de meses, ya dedicábamos una hora a cada modalidad. Sin embargo, lo que realmente me enganchó fue correr mi primera carrera de montaña -o, más bien, de iniciación a la montaña- en Cercedilla, en 2007. Desde pequeño, la montaña ha sido mi destino favorito y poder correr por ella... una pasada.
A partir de entonces, me he ido apuntando a carreras cada vez más largas, tanto en bici como a pata, pero nunca he hecho algo parecido a esto...
Siempre he seguido el viejo proverbio que dice: "Si quieres caminar rápido, camina solo. Pero, si quieres caminar lejos, ve acompañado". Ya que este Camino lo voy a hacer físicamente en soledad, espero que tu apoyo y energía me acompañen.
Por favor, piensa en la persona -o personas- a las que más ames y lo que harías por ellas si necesitasen algo de ti. Es la situación que viven muchos seres queridos de pacientes que necesitan un trasplante de médula.
Por qué hago esto:
Hace algo más de un año, mi hermana Ana enfermó. Tras muchas pruebas, le diagnosticaron leucemia mieloblástica aguda. Entonces tenía veinticuatro años y, jamás, había estado hospitalizada ni padecido ninguna enfermedad distinta de catarros o amigdalitis. Después de recibir una noticia así, el primer día se te cae el mundo encima, pero el siguiente ya estás luchando, cada uno con lo que puede, aunque solo sea con un abrazo, una sonrisa o un plan de futuro.
Cuando los médicos hablaron de la necesidad de hacerle un trasplante, yo pensé que -con toda seguridad- sería compatible con ella. ¡Si hasta compartimos la posición de algunos lunares! Sin embargo, no fue así. Por suerte, mi hermana Ángela sí lo era pero estaba embarazada y no podía donar hasta que no se recuperara del parto. Solo estaba de algo más de dos meses y no se sabía si Ana podría esperar. Parecía que todo iba de mal en peor pero no pues, afortunadamente, Ángela tiene ahora otra preciosa niña llamada Carlota y Ana ha recibido su médula el 25 de julio, día de Santiago.
Todos esos meses de incertidumbre, sin otro donante compatible y sin saber si Ana podía esperar, resultaron interminables. Por eso, y por conocer la realidad de otros cientos, miles o millones de enfermos que no encuentran donante, yo no me puedo quedar de brazos cruzados.
Mi objetivo es concienciar, a personas como tú, de que llevamos un tesoro entre los huesos que puede salvar la vida de un paciente y, por extensión, las de sus familiares y amigos. Se llama médula ósea, la puedes donar y se vuelve a regenerar. No te quedas sin ella.
Mi reto personal:
Correr desde Bilbao hasta Santiago de Compostela en 17 días, superando los 712 kms que, según mi guía, separan estas dos ciudades. Quiero agradecer al Santo la curación de mi hermana (gracias a los médicos y a Ángela) y la llegada de mi hijo. Mi vida no sería igual sin ellos.
Jamás he hecho nada parecido pero una promesa es una promesa. Sé que, físicamente, lo voy a pasar mal pero, de igual modo, también soy consciente de que, mentalmente, voy a disfrutar. Sobre todo, pensando que -quizá- tú vayas a hacerte un simple análisis de sangre para inscribirte en el REDMO. De esa forma, tal vez, algún día, logres salvar la vida de un desconocido, de alguien que te lo agradecerá eternamente.
Apúntate. Hazlo por ellos y por sus familias. No te cuesta nada.


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