SUBMUNDOAVILA.




" NO TENGO NI LA MITAD DE MIEDO A SATAN COMO EL QUE TENGO A LOS QUE LE TEMEN. "


Santa Teresa de Ávila 1515 - 1582



martes, 29 de octubre de 2013

EL MONO Y EL PEZ.

                               

Antonhy de Mello cuenta una fàbula oriental  del encuentro entre un mono y un pez, en medio de una circunstancia bastante especial...
Esta circunstancia es bien sencilla: el mono en cuestiòn, jamàs habìa salido del claro de la selva en el que vivìa y nunca habìa visto antes  a un pez.

El mono conocìa todo aquello que el limitado espacio, en el que se desenvolvìa, le habìa permitido conocer. Sabìa de las frutas, pero sòlo conocìa de los plàtanos y los cocos. Sabìa del agua, pero en reposo,en el lago; nunca en torrente como en el rìo. Sabìa de animales, pero de los pocos que acertaban a pasar cerca de su hogar.

Una vez, se largò a caminar y sus pasos dieron con un inmenso rìo que corrìa cortando la selva. Se quedò absorto: nunca habìa visto tanta agua corriendo por un cause. El mono parecìa hipnotizado viendo correr el agua. No moviò la vista del agua hasta que algo lo sobresaltò: la presencia de un pez. Dicho en sus palabras mejor, tratando de interpretar sus pensamientos "la presencia de un extrañìsimo animal habìa caìdo al agua y que seguramente, se estaba ahogando...porque no se conoce ningùn bicho que respira bajo el agua".

Este mono, solidario como  pocos, no dudò ni un instante y se puso a correr paralelamente al rìo, siguiendo al bicho que se "ahogaba" arrastrado  por la corriente.

En cuanto tuvo oportunidad se cruzò de una rama que cruzaba el rìo y logrò atrapar al pez y rescatarlo del agua.
Mientras lo agitaba frenèticamente en su mano, una jirafa que pasaba por allì, le preguntò:
 ¿Què estàs haciendo mono?
 - ¿No lo ves? Estoy salvando a este pobre bicho de morir ahogado.
 A esta altura del relato, el pez ya no era pez sino pescado y la "salvaciòn" del mono le habìa provocado la muerte.


El mismo oxìgeno que permite respirar al mono, ahoga al pez. La misma luz que permite ver al àguila, ciega al bùho. El mismo alimento que da vida a uno envenena al otro.


GRACIAS A LUIS POR EL RELATO.

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