Aquel día Ramón salió por la puerta de aquel local, cargado con una maquina tragaperras.
La empujaba con un carrito y una batería conectada a ella.
Partió rumbo por aquellas calles, evitando el empedrado de parte del recorrido.
Por el camino paró en un bar para refrescarse. Dejó por un momento de arrastrar a la susodicha y la colocó en el rincón de aquel bendito local.
El dueño de este no puso ningún impedimento y Ramón decidió tomarse una cervecita.
Cumplido el protocolo salió de aquel lugar.
Pasó por varias calles eludiendo el camino mas complicado y forzoso por donde llegar a destino.
Llegó a la plaza mayor de aquella ciudad y en medio de aquel lugar se encendió un cigarro mientras la maquina sonaba y lucia tal posesa.
Allí acudieron unos paisanos, prendió fuego aquel cigarro mientras ellos, los paisanos, echaban unas moneditas y la maquina encendía sus luces de colores y su sonido peculiar.
Al lugar acudieron los paisanos además de las fuerzas de seguridad que le exigieron la documentación suya y la de la maquina a lo que Ramón respondió que estaba dándose un paseo y que aún es libre de pasear por este país mientras no obliguen a lo contrario.
Decidieron dejarle no sin antes preguntarle de donde venía con aquella carga.
Ramón les contestó y estos decidieron ir al lugar de donde partió.
El se fue indignado por el trato recibido.
...Las fuerzas de seguridad de aquella ciudad acudieron al lugar de donde Ramón les dijo que había partido con aquella maquina de luces y sonido.
Allí estaba Paco, dueño de la taberna, que les comento que su hermano a veces se llevaba la maquina a casa y luego la volvía a traer esa misma tarde y que cual era el problema que a él le presentaban.
Estos siguieron su camino y volvieron a su ruta sin saber en realidad cual era el fin de esta historia.
Basado en una historia de JULIAN VAQUERO.
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