SUBMUNDOAVILA.




" NO TENGO NI LA MITAD DE MIEDO A SATAN COMO EL QUE TENGO A LOS QUE LE TEMEN. "


Santa Teresa de Ávila 1515 - 1582



jueves, 26 de marzo de 2015

LA INSUMISIÓN.



La base del Poder es la violencia física y la posibilidad de hacer sufrir a los hombres; una violencia física es debida sobre todo a individuos mal organizados, de tal modo que obran de acuerdo aunque sometiéndose a una sola voluntad.
Estas uniones de individuos armados que obedecen a una voluntad única forman el ejército.
El Poder se encuentra siempre en manos de los que mandan el ejército, y siempre todos los jefes del Poder, desde los césares romanos hasta los emperadores rusos y alemanes, se preocupaban del ejército más que de cualquier otra cosa, y no favorecen sino a el, sabiendo que, si el está con ellos, el Poder les está asegurado.
Los gobiernos alegan que los ejércitos son primordialmente requeridos para la defensa exterior. Pero esto no es exacto.
Ellos son empleados, en primer lugar, para intimidar a sus propios súbditos; y toda persona que cede a la conscripción militar se convierte en participante voluntario en todos los actos opresores del gobierno contra los ciudadanos.
Es necesario señalar cuánto realiza el Estado en nombre del orden y el bienestar de la comunidad (todo ello reforzado por la autoridad militar) para convencerse de que todo el hombre que cumple el deber militar se convierte en cómplice de los actos del Estado aunque no pueda aprobarlos.
Todo feudo dinástico o político; las ejecuciones que se efectúan ; la represión de las rebeliones, el concurso militar en la dispersión de manifestaciones populares; en reprimir las huelgas; todas las extorsiones en materia de impuestos; la injusticia sobre el monopolio de la propiedad agrícola; las trabas por la libertad del trabajo; todo esto se realiza, si no directamente por la tropa, sí por la policía respaldada por la tropa.
Cualquiera que cumpla su deber militar se convierte en partícipe de todos los actos; los cuales a menudo suscitan sus reparos y en la mayoría de los casos contradicen directamente a su conciencia.
Los hombres no deben abandonar la tierra que han cultivado duramente generaciones; no tienen por qué dispersarse por orden del gobierno; no deben pagar impuestos abusivos.
Tampoco deben someterse voluntariamente a las leyes que no han contribuido a crear; tampoco deben renunciar a su nacionalidad.
De consentir el deber militar tendrán que acatar la orden de golpear a los rebeldes.
Sin embargo, no deben secundar estos procedimientos sin preguntarse antes a sí mismos sí dichos procedimientos son o no justos.
La insumisión.
LEÓN TOLSTOI

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